viernes, 23 de julio de 2010

De Guate a Xela...

Ya conocéis los contratiempos del trayecto Barcelona- Guatemala, así que empiezo desde la llegada a Guatemala.

El hotel vino a recogernos al aeropuerto con un vehículo digno de ser mostrado al mundo:





Este es mi careto después de unas 26 horas de viaje, jeje (foto tomada dentro de la flago roja):



A la mañana siguiente empezó el viaje desde Guatemala city hasta Quetzaltenango (Xelajú, es como le llaman los mayas).
Primero un desayuno reconfortante en el hotel: huevos estrellados rancheros, para seguidamente volver a viajar 5 horas más por carretera hasta Xela.
Pasamos por Antigua a recoger a unos francesas que compartían el transporte con nosotros (De Antigua ya hablaré más adelante). Esta fotos, es un pequeño adelanto:





A la hora del almuerzo (así se le llama aquí a la hora de comer) paramos en un barecito de carretera, dónde me enamoré de los muebles:


¡Menudos arbolacos son necesarios para poder hacer esto!


Durante el trayecto fui tomando mis primeros contactos con la realidad del país dónde acababa de aterrizar. La conversación con el señor que conducía la furgoneta, Ernesto, fue una enriquecedora introducción. Conversamos acerca de la guerra civil ,que sólo hace 14 años que acabó. De las poblaciones de Guatemala, la mayoría de las cuales han sido destruidas una o varias veces a lo largo de su historia y vueltas a construir ( o en el mismo lugar donde estaban o en otro) como consecuencia de la erupción de un volcán, un derrumbe, una crecida de un río, una tormenta tropical, por un terremoto…Nos dijo:

Fíjense que acá la gente sonríe, aunque perdieran a varios de sus familiares durante la guerra, aunque sean bien pobres, aunque tengan bien poco para comer, aunque sus casas se destruyeran y las tuvieran que volver a construir. Acá la gente sonríe porque dan gracias por tener un día más de vida, acá el futuro es bien incierto.

Está frase que Ernesto comentó sin más, ha sido motivo de reflexión para mí durante las casi tres semanas que ya llevo aquí.
Ernesto nos iba señalando a lo largo del camino, los lugares donde antes del Ágatha había cosas que ya no están: acá había una escuelita, allá había una aldea...


Acá había un pentecito y una piscina...

Ernesto nos llevó hasta Xela, donde voy a vivir durante los próximos 5 meses…

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